Partiendo de una decisión del Código Criminal de Rotterdam, Holanda legalizo la eutanasia en 1981, por lo que los médicos de dicho país comenzaron a llevar a cabo actuaciones de eutanasia como la interrupción de alimentos o de agua. Ante ello advirtieron que dichos pacientes ponían fin a su vida de una manera lenta y dolorosa, generando situaciones de tensión psicológicas en los familiares y en el personal médico. Ante tal situación, los médicos comenzaron a emplear inyecciones letales, tolerándose por parte de los jueces. No hay datos concluyentes del número de personas fallecidas por dicha práctica, ya que no se suele informar sobre la aplicación de la misma.
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